FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Lo peor que nos puede ocurrir a los seres humanos, es que nuestra capacidad de adecuarnos nos lleve a aceptar como normales las conductas por lo menos inmorales y frecuentemente criminales, como si fueran fenómenos inherentes a nuestra realidad, inevitables y dignas de tolerancia. Especialmente cuando son los gobernantes los que incurren en esos comportamientos.
El empecinamiento del presidente López en justificar el trato inhumano, violento y criminal con el que su gobierno esta tratando a los migrantes que tratan de llegar a los Estados Unidos pasando por México, insistiendo en que NO se violan los derechos humanos ni en la frontera del Suchiate, ni en Chiapas, ni en el trayecto que tropieza en Tapachula, Tuxtla Gutiérrez, Huixtla, Veracruz, Oaxaca o el resto del recorrido rumbo al norte, no tiene abuela.
Insistir en esa falacia, que incluye la justificación al maltrato y discriminación en la frontera norte nuestra es, en el mejor de los casos, una ingenuidad de quien se traga un engaño, que es una mentira inaceptable. En el peor, es una muestra de cinismo extremo.
Esa incapacidad de aceptar que se está sirviendo lacayunamente al interés del gobierno de los Estados Unidos haciendo que las fuerzas mexicanas del orden se hayan convertido en la patrulla fronteriza de Norteamérica es una desvergüenza.
La pretensión de que una carta al presidente Biden lo va a convencer de que adopte sus programas demagógicos de sembrando vida para patrocinarlos en Centroamérica es ingenuidad que yo no puedo atribuirle al presidente López, porque no creo que sea tonto. Es peor, porque es perverso.
Los mexicanos solemos condenar cuando la xenofobia de los Estados Unidos, el racismo de sus instituciones hacia los migrantes mexicanos, se vuelcan violentos en contra de nuestros paisanos. Hoy, diariamente, las fuerzas mexicanas «del orden» practican una crueldad mayor en contra de los migrantes, vengan de Centroamérica, Venezuela o Haití.
No hagas, decía mi abuela, lo que no quieres que te hagan a ti. O, como dice el Buen Libro al que el presidente López hace referencia frecuente y retorcida, no se vale ver la paja en el ojo ajeno evitando la viga en el propio. Eso es del evangelio de Mateo, capítulo 7, versículo 3.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapaboca): con todo respeto, señor presidente, la suma de los sismos, las lluvias y los asentamientos irregulares en lomas, barrancas y cauces de arroyos y riachuelos va a seguir en diferentes áreas del territorio nacional. Los desastres y las emergencias se van a multiplicar. Yo solamente espero que tenga la conciencia tranquila y siga sin darse cuenta de la estupidez que fue desaparecer de un plumazo en julio de este año el fondo para desastres y emergencias, el Fonden, en lugar de limpiarlo cuidadosamente de la corrupción que usted repetidamente dice que ahí se daba. ¿Con qué se va a asistir a los damnificados de ayer, hoy y mañana? Porque con sus políticas de dádivas clientelares en pos de futuros votos, no va a haber dinero que alcance.
Al baile vamos.
felixcortescama@gmail.com