La Letra con Sangre Entra

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FÉLIX CORTÉS CAMARILLO

            Ha comenzado la etapa definitiva de la llamada cuarta transformación, el magno proyecto del presidente López. La institución nacional le atribuyó un permanente esfuerzo por llegar al poder omnímodo que en nuestro país implica la presidencia de la República. Ese fue precisamente el error. Andrés Manuel López Obrador o quería llegar al poder sino una vez adquirido permanecer en él. Mandar a las instituciones, como lo dijo explícitamente, al diablo, para transformarlas en unas distintas que llevaran su impronta. Para seguir estando aún sin estar.

            Para que no haya duda de la magnitud de esta última ofensiva, ayer se apersonaron en Palacio Nacional, en el sermón matinal, dos de los más sólidos operadores en el campo ideológico y de acción electoral o electorera: Pablo Gómez, que cobra como director de la procuraduría fiscal y Adán López, el secretario de gobernación. Se trataba de presentar el proyecto de reforma a las leyes en materia electoral, con el propósito fundamental de aniquilar al Instituto Nacional Electoral para sustituirlo por algo que se llamaría Instituto Nacional de Elecciones y Consultas.

            El asunto es de vital importancia y merece análisis separado, que ya abordaré.

            Sin embargo, en la sombra se oculta un proyecto mucho más perverso y de trascendencia aún mayor: la reforma al sistema educativo mexicano, especialmente en sus etapas elementales, para hacerlo un poderosos mecanismo centralizado, con un concepto ideológico firme y claro, que aniquile la estructura de la educación en México que ha venido dando resultados desde su concepción por José Vasconcelos el siglo anterior.

            El verdugo de este perfectible pero nada desechable sistema educativo se llama Marx Arriaga Navarro; su curriculum incluye un doctorado en letras hispánicas por la Universidad Complutense, su paso en esta administración por la dirección de bibliotecas de nuestro país y su más reciente cargo de Director General de Materiales Educativos, desde donde está empeñado en desaparecer los 18 libros de texto gratuitos e educación primaria  para sustituirlos por unos que se embarquen en la lucha contra el neoliberalismo y catequicen desde la infancia a los mexicanos en contra del capitalismo y abominando una educación que se base en la competencia y la superación individual. No solamente modificando los libros de texto, sino armando todo un sistema “nuevo” de educación. Un sistema que nos regrese un siglo en la historia.

            Ah, se me olvidaba anotar que el señor Marx Arriaga Navarro fue lector sinodal en la tésis sobre la paciencia de Quevedo, que presentó ante la UAM la señora Beatríz Gutiérrez Müller, esposa del presidente López, de quien se dice es protegido máximo. No tenga usted duda de que, cuando la actual secretaria de Educación, Delfina Gómez Álvarez, de notoria incompetencia y paisana por cierto del texcocano Marx Arriaga, renuncie a su cartera para intentar nuevamente ganar la gubernatura del estado de México, don Marx ocupe, precisamente, la oficina que fue primero de José Vasconcelos.

            El peligro está ahí. So peligro de que nos llamen traidores a la patria, los mexicanos tenemos un compromiso con nuestros hijos y nietos. Podemos ceder el INE si se lo quieren robar. La educación de nuestros niños no.  

PILÓN PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): señor presidente, ¿ya le dijeron que ayer le gritaban a don Adán López “presidente, presidente”? No sea tan voluble, oiga.

‎felixcortescama@gmail.com

jueves, 28 de abril de 2022

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