FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Despacio, que tengo prisa. Mayormente, la tradición oral atribuye a Napoleon Bonaparte haber pronunciado esa frase, que es intepretada como un sabio consejo para evitar los fallos que el apresuramiento irreflexivo suele provocar. Sin embargo, Pérez Galdós pone en sus Episodios Nacionales esas palabras en boca de Fernando VII.
Sea como fuere, las evidencias nos enseñan que en el campo de la política y el ejercicio del poder, las últimas etapas de éste son precisamente las que obligan a decisionnes intempestivas.No siempre sabias.
El presidente López ha empezado a sentir esa inexorable agonía y sigue buscando subterfugios apresurados para permanecer en el poder de una manera u otra. En la etapa inicial de esta despedida indeseada, anunció que había preparado ya para su sucesora una lista de proyectos y obras magnas que no serían completadas durante su sexenio. Se trata, desde luego, de las magnificentes obras faraónicas de presupuesto varias veces modificado y fecha de terminación pospuesta. Una implícita permanencia de López en la presidencia.
Más recientemente, en su sermón matutino deslizó la idea de participaar activamente en el mando, sugiriendo una especie de asesoría especial para Claudia Sheinbaum. Digamos un Rasputin del siglo XXI. Ninguna de las dos sugerencias ha merecido comentario o siquiera mención, por parte de la señora Sheinbaum; nada asegura, sin embargo, que otras ocurrencias se irán desvelando en las siguientes angustiosas semanas.
A nadie se le escapa la seriedad de las discrepancias entre el presidente saliente y la presidente electa: se dan en el terreno de la reforma del poder judicial y la prisa por someterla de inmediato a análisis, estudio, votación y publicación en el Diario Oficial. Claudia Sheinbaum advirtió sobre lo inecesario de la prisa, lo conveniente de análisis profundo, y propuso ocuparse de ello en septiembre; el presidente López reviró con rapidez. Para no hacer explícito un choque de criterios, ordenó el viernes pasado que se hiciera una “encuesta” el fin de semana pasado para que “el pueblo” expesara si está de acuerdo en reformar el poder judicial mexicano. Dos encuestadoras sólidas, y la que tiene a su servicio Lopitos entrevistaron a domicilio, cada una, a menos de dos mil personas, arribando a resultados similares, siempre mayores al porcentaje de votos que llevaron a la señora Sheinbaum a donde está ahora. Más del 59% de los encuestados respondieron abrumadoramente a preguntas tan sutiles como si los jueces eran mucho, poquito o nada corruptos, o si debiera modificarse el sistema judicial. Ignacio Mier, eficiente ejecutor en el Legislativo de las instrucciones de su jefe, ya tiene todo listo para hacer aprobar sin quitar ni una coma, la iniciativa presidencial.
Una excelente muestra de lo que nos espera durante el sexenio que todavía no inicia.
PARA LA MAÑANERA, porque no me dejan entrar sin tapabocas): Se ha adelantado ya, parcialmente, la supuesta composición del gabinete de gobierno de la presidente Sheinbaum. Por lo menos el que comenzará, porque luego suele haber ajustes, y la señora prometió dar a conocer este jueves casi todos los nombres. Se encuentran ahí personas como Juan Ramón de la Fuente hasta individuos como Paco (“se las metimos doblada”) Ignacio Taibo III. Sorpresas te da la vida.
Monday, June 17, 2024
16:54
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Pues varios ex presidentes, al momento de salir dejaron un desvarajuste económico! ¿Quien nos dice que esta vez no será así? ¿Lo cubrirá su sucesora? El artículo me hace pensar si la presidenta electa difiere del presidente actual o hace como difiere para no verse tan mal? porque los que no votamos por ella, su sometimiento a Lopez fue la razón más importante para no votar por ella. Ojalá el planteamiento de Cortés tenga razón y ella se esté distnaciando. Vamos a ver