FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Los gobernantes de nuestros tiempos hacen residir su primacía en las encuestas de popularidad, y no en la eficacia de sus decisiones o utilidad pública de sus logros.Han emulado, obviamente, el valor intrínseco de los “hits”, esto es las entradas individuales de quien está pendiente de lo que uno publica en las llamadas redes sociales.
Si nos regimos por ese método, estaremos siempre en la trampa de las encuestas de popularidad: dime qué quieres que diga el resultado de una encuesta, y yo me encargo de hacerla. No es un mal indicador, pero no debiera ser el único ni mucho menos el preponderante. Los hechos deben ser más importantes que el verbo y los resultados más que las promesas.
La narrativa de nuestros gobernantes no quiere reconocer esa premisa; lo cual tampoco es desusado. Tampoco es inusual que los gobernantes no reconzcan que el dinero no alcanza para pagar las promesas.
Una de las virtudes del papá de Andy, es haber encontrado el método para transformar la compra directa de los votos apoyos sociales palpables. Eliminar a los intermediarios de las dádivas para que todo se lo deban a su manager.
Tampoco inventó el hilo negro; generaciones que yo conocí votamos por el PRI porque nadie podía negar que había una clínica del Seguro Social cerca de la casa, y nos daban la penicilina gratis. Que había calles pavimentadas y luces en las calles. La teoría maniquea del absoluto fracaso de los gobiernos priístas es un truco publicitario.
El papá de Andy fue redireccionar el reflector del agradecimiento popular, orientado a una entidad amorfa y mutante, a la persona de un caudillo.
Nadie contabiliza que por voluntad de AMLO desaparecieron instituciones valiosas como el FONDEM, la CONACYT, la CNDH, el INE, el honorable Congreso de la Unión o la Suprema Corte de Justicia de la Nación. A las entidades que no las desapareció de un sopapo, las redujo a meras oficinas de trámites burocráticos, sin misión, discurso, herramientas algunos, pero sobre todo sin autonomía.Los recursos así arrebatados se destinaron a los proyectos demagógicos del papá de Andy, y fuente de riqueza de sus allegados: La refinería de Tres Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles.
Vamos dejando de lado la eficiencia de esas monumentales inversiones, que no es sólida. El asunto es que fueron excesivamente costosas, sin posibilidad de retorno de costos, ya no se diga obtención de ganancias.
Lo cual deja a la señora presidentre con A en la incómoda situación del que tiene la tarjeta de crédito hasta el límite de su rango y necesita más dinero para seguir pagando la compra de votos para Morena: no hay otra definición para los estímulos sociales de la pensión para el Bienestar, las becas a todo el mundo, el salario del miedo de los ninis, los que andan sembrado el México del futuro y todas esas paparruchadas que cuestan millones de pesos. Que no hay.
No tengo duda de que la señora presidente con A tiene miedo de muchas cosas; no podría yo enumerarlas, pero me consta -porque ella lo repite y lo repite- que no quiere pasar a la historia como represora de las manifestaciones callejeras. A cambio de ello la recordaremos como la cómplice de los encapuchados del Zócalo, los nuevos Halcones, que aparecen siempre que la manifestación y la marcha no sean en apoyo de la señora.
También le teme a una de las necesidades básicas del país, la reforma fiscal, para obtener el dinero que cuesta pagarle a todos esos inútiles que no generamos riqueza para el país. No voy a subir los impuestos, repite a la menor provocación, aunque sabe que la recaudación fiscal mexicana es miserable.
Lo que nadie le ha explicado a la señora presidente con A, es que no es necesario tener impuestos nuevos o más altos: lo que urge es hacer más grande la base de los causantes cautivos. Siempre será mejor que haya muchos contribuyentes que paguen lo que es debido, a poquitos contribuyentes que paguen lo que parece fortuna enorme. Muchos poquitos, bien administrados, hacen un muchote.
El 57% de las operaciones comerciales en México se hacen en el comercio informal, el que no paga IVA, IRS, INM, o cualquier otra contribución. Llevarlos al padrón dotaría a la hacienda nacional de recursos insospechados. Al mismo tiempo, pareceríamos un país serio.
No es tan fácil: ¿quién de ustedes no ha conocido a un proveedor de bienes o servicios (abogado, médico, plomero, comerciante, mecánico automotriz), que a la hora del pago pregunte si vamos a pedir factura deducible de impuestos o no? Si uno insiste en el documento, el precio se incrementa por lo menos en 16%. Y ya se sabe que en todo el mundo, el único delito tolerado y hasta aplaudido es la evasión fiscal.
Chavos y chavas: se está acabando la lana.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO, porque no dejan entrar sin tapabocas): El mentirosillo gobernador de Nuevo León parece haber aprendido la lección de arriba. Samuel García, que prometió el oro y el moro a todo el mundo a propósito del Mundial 2026, no tiene dinero.
El Congreso local no le quiere aprobar un endeudamiento de 14 mil millones para hacer -dice- 4 nuevas líneas del metro, poner en la calle cuatro mil autobuses urbanos y otras mentiras.
Como el Congreso no le quiere aprobar esa deuda, Samuelito se acordó que hay un impuesto a la nómina, que los patrones pagan sobre lo que ganan sus trabajadores. Aumentarla del 3% al 4, dice el cajero del gobierno, rendiría unos 20 mil millones de pesos para el gobierno.
Claro, significaría reducir la planta laboral: si un trabajador me va a costar más, prefiero menos trabajadores.
¿qué no?
Tuesday, November 25, 2025
18:14
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