FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Ayer pagué en el supermercado el kilo de limones sin semilla a cien pesos. Bueno, no exactamente porque nuestro consumo no lleva a comprar tal cantidad, pero ese era el precio de venta al público por kilo. El gobierno de México, que no puede atribuir esa alza a los reaccionarios y corruptos neoliberales del sexenio pasado como suele hacer, dice que los precios han subido por el frío y el alza de precio de los fertilizantes.
Los especuladores del cítrico afirman que el limón ha subido porque el estado que más produce es Michoacán y que los bandidos que gobiernan en ese estado han incrementado sus cuotas de extorsión a los productores de limón de manera escandalosa. Y como en Michoacán mandan las gavillas y las pandillas del crimen organizado por encima y en burla cotidiana del desorganizado gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla que puso ahí el presidente López porque le había manejado los dineros en el DF en el pasado.
En 1983 asistí en Pasadena, muy cerca de Los Ángeles California, al Super Bowl número 17. Ganó el equipo de Washington sobre los Delfines de Miami por 27 puntos contra 17, con . Estaban muy lejanos entonces los tiempos en que la hipócrita mojigatería gringa le iba a quitar el mote de Pieles Rojas a los equipos de béisbol y futbol de Washington, no fuera a ser que los indios que sus ancestros los colonizadores exterminaron se fueran a sentir.
Eran otros tiempos, sí; los boletos de gayola decían que su costo era de cuarenta dólares pero en la reventa, porque no hay de otros, yo los pagué a ciento veinte cuando los podía pagar. Para los juegos de semifinal del domingo que definen a los que jugarán el Super Bowl de este año, la entrada más barata es de cinco mil verdes y hay que comprar dos.
En 1980 eran otros tiempos, sí. En las gradas se bebía cerveza y se comía, según la tradición que fijó hace años el béisbol, se comía hot dogs. El domingo 13 de febrero el más esperado evento deportivo anual del mundo se jugará nuevamente en un estadio de las cercanías de Los Ángeles, en Inglewood.
El plato del día va a ser, como viene siendo desde hace unos diez años, los nachos con guacamole. Los exportadores de aguacate mexicano hicieron su mayor venta del año hace unas semanas para que no faltase en las gradas del estadio SoFi el favorecido y exquisito manjar.
Ayer igualmente, en el mismo supermercado, el kilo de aguacate andaba en los setenta pesos: el doble de su pecio habitual. El precio del limón se había multiplicado por siete. ¡Qué alguien me explique! como diría el comediante. Michoacán es el principal productor y exportador de aguacate y ahí supongo que hay el mismo clima para los limones que para los aguacates y que los fertilizantes subieron al parejo, como todo. Es el mismo Michoacán donde manda el crimen y el virreinato del presidente López sirve de adorno. No me cabe en la cabeza la solución de este acertijo. Y no puedo achacárselo a los corruptos y cochinos neoliberales, porque yo soy de esos. Tiene que haber otra respuesta.
Por lo pronto, que todos disfruten de su Super Bowl y que con su guacamole se lo coman.
PREGUNTA PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): con todo respeto señor presidente: después de la maloliente pasarela petrolera para buscar su bateador designado en el sindicato, ¿cuál es la próxima jugarreta de charrismo sindical que nos tiene preparada?
felixcortescama@gmail.com
viernes, 28 de enero de 2022