FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
A mi compañero de muchos años Jorge Ramos, con quien trabajamos en Unvision en Miami y Los Ángeles hace tiempo, respeto y aprecio por una sencilla razón: es un profesional de nuestro oficio. Entiende que la función del reportero es indagar todos los datos que nos puedan conducir a la verdad; de manera especial, Jorge entiende que ante el poder político la función de un periodista es cuestionarlo y eventualmente provocarlo hasta el enojo.
En su larga carrera, Jorge dejó huella en la imagen rechazando la mano que hace muchos años Fidel Castro le quiso colocar sobre los hombros en gesto supuestamente amistoso: años más tarde el presidente Maduro de Venezuela dio por terminada de manera abrupta una entrevista que le había concedido y que no iba por el camino que al dictador venezolano le placía. Ramos y su equipo fueron recluidos un rato, su equipo y material requisado y tuvieron que irse con su música a Miami.
Hace relativamente poco, Donald Trump mandó a sus guaruras sacar de una conferencia de prensa a empujones a Ramos porque sus preguntas le eran incómodas.
Siguiendo la conferencia llamada de prensa ayer en Palacio Nacional resulta obvio que nuestro deseo profesional más firme es que los que asisten a esas sesiones de adoctrinamiento fueran realmente periodistas, como lo es Ramos. Jorge no es un Quetzalcoátl venido del Norte, un bicho raro ni ser de excepción: es simplemente un periodista cabal que conoce y entiende su oficio.
A diferencia de la mayoría de paleros que todas las mañanas van a Palacio Nacional a hacerle al presidente López preguntas prefabricadas, como balones fáciles para que el presidente López meta sus goles de propaganda simplona y repetitiva.
Jorge Ramos estuvo simplemente en su papel.
El presidente López también. Ante las preguntas sólidas en torno a la violencia, la ineficacia de la política de sanidad ante la pandemia, los feminicidios o el narcopoder en México. López Obrador acudió a sus viejas cantaletas: yo tengo otros datos, aunque el periodista estaba citando datos del propio gobierno. Respeto tu opinión pero no la comparto, sobre el número de muertos por Covid; te voy a mandar los datos, etcétera. Ni una sola vez pudo rebatir al periodista los datos que todos conocemos y que la burbuja del presidente López -como la llamó Jorge- no deja que Andrés Manuel reciba. Ni una sola vez reconoció que el presidente de México puede estar equivocado.
O tal vez sí. El oficio del presidente López para darle la vuelta a la tortilla a cada pregunta que no está en el libreto que le escriben sus publirrelacionistas, quedó de manifiesto una vez más la mañana de ayer.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapaboca):Señor presidente, a propósito de tortillas, ¿ya sabe a cómo anda el kilo que en mi barrio costaba hace dos años diez pesos? No me vaya a salir como su antecesor Peña Nieto con eso de que usted no es la chacha de la casa, o como Ernesto Zedillo, que no carga cash. Sería el colmo de la mamonería.
felixcortescama@gmail.com
No creo que el Presidente tenga otros datos, esa necedad ante lo irrefutable, ya acusa cuando menos demencia senil, si no es que padece enfermedades más graves .
Urge exigir estudios calificados en cuanto a su salud porque pese a que los tuiteros pidan un reportero de primer nivel para cada conferencia , eso no sucederá ni remediaría nada , mientras México entero en franco declive .
El presidente no tiene otros datos. Tiene una frase gastada pero que utiliza cuando no tiene respuesta. La respuesta de Peña Nieto es machista y clasista pero honesta: “no se”.