FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Las campanas están al vuelo. Hossana, Hossana. Gloria a Dios en las Alturas y aplauso en la tierra a los gobernantes de buena voluntad. Dentro de dos años la enorme planta de Tesla en Santa Catarina, sí, en Nuevo León, estará produciendo un millón de automóviles eléctricos de esa marca. Se presume que no serán de la gama de mayor precio, por lo que parte de esa producción se destinará al mercado mexicano. Todo es buenas noticias en las tierras del Señor.
Se habló en un comienzo de este juego de las vencidas de una inversión de diez mil millones de dólares; resulta que es la mitad. De cualquier manera, es una importante inyección al desarrollo en el norte de México, opuesta a la decidida política económica del presidente López de orientar toda inversión extranjera –y, si se puede, nacional- a lo que llamamos genéricamente el sureste mexicano. Que todo depende del ombligo del mundo: Mérida no está al sur, ni Michoacán se encuentra al este de la ciudad capital. Pero todo se reduce a licencias literarias.
En cuestión política estamos hablando de un zape magno al presidente López. El boquiflojo gobernador García de Nuevo León adelantó que la planta e instalaría en su estado. El no menos hocicón de Lopitos anunció que SI Tesla se instalaba con su planta en el Norte, ÉL no le daría los permisos que necesita para operar: el argumento es que Nuevo León no tiene agua para regar esa planta.
Ayer nos despertó Lopitos del soponcio que ocasiona su mañanera: Tesla sí se queda en Nuevo León. Reveló vagamente que él tuvo dos conversaciones entre el viernes y el lunes con el señor Elon Musk, que dicen que es el hombre más rico del mundo, y que a consecuencia de esas charlas la planta se queda en el norte y Tesla se compromete a ayudar al estado norteño al alivio de su escasez de agua.
El tema del agua se hizo cenital en este asunto por una enorme confusión. Los que informan al presidente López asumen que para hacer un carro eléctrico se requiere literalmente un chorro de agua. Los que han visto en televisión el repetido video de la planta Tesla en Austin, ya saben que es un ente de enorme grado de robotización en su maquila, y el consumo de agua en esos procesos es mínimo. No es Constellation Brands, que necesita agua para convertirla en cerveza, como el de la Biblia, que la hizo vino, y que ya está empezando a tomar forma de cervecería grandota en Vargas, Veracruz, habiendo sido sacada de Mexicali a gritos y sombrerazos por el presidente López.
Con este punto se desploma la oposición radical del presidente López. También se cae el excesivo optimismo del gobernador García.
Me explico.
La gran planta Tesla en Santa Catarina va a dar empleo temporal a decenas de miles de mexicanos. Ya en operación, esperamos que al comienzo pague a miles de trabajadores calificados en hacer carros. Póngale usted el número que quiera.
En todo caso, estaremos hablando aquí de miles de familias que harán un incremento demográfico mayor al área metropolitana de Monterrey. Esa que, diga lo que diga el gobernador y su director de Agua y Drenaje, no tiene agua para aventar para arriba; menos para bañarse en tres minutos o seguir el ejemplo de la supuesta cultura europea, como dijo algún imbécil recientemente. Esa nueva e importante inmigración va a necesitar casa dónde vivir, mercado donde mercar, iglesia donde rezar, escuela donde estudiar, parque donde jugar, fonda en donde manjar, cine en donde entretenerse, lupanar en donde follar. Y todas esas sagradas instituciones requieren agua.
Además, me dicen que hay gente que prefiere beber agua a otros líquidos.
Sigamos festejando, pues, el arribo al nuevo Nuevo León de San Elon Salvador. Sin embargo, a mí no se me escapa la tentación enorme de imaginar el diálogo entre el hombre más rico del mundo y el gobernante más irascible del planeta. Y creo, con probable razón, que todo se redujo a un: “a mí ningún presidente de país bananero me va a decir dónde gasto mi lana; si no es en el norte, me voy a Austin, donde ya tengo un par de terrenos”. Creo que el único que puede desmentir esta hipótesis es Marcelo Ebrard, quien fue eficiente mediador en todo esto, y más doña Martha Delgado, subsecretaria de asuntos multilaterales en Relaciones Exteriores.
Pero de que no hay agua suficiente en el mundo, no la hay. Menos en Nuevo León.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Con la muerte de Irma Serrano, La Tigresa, al querer o no sepultaremos toda una época de la política mexicana. Eran los tiempos en que se llegaba a la Cámara pasando por la recámara, los presidentes de México eran unos pecadores como lo somos todos sus paisanos, y tenían amoríos con las famosas; ellas, supuestamente le llevaban gallo al presidente a su casa en Los Pinos, y eventualmente le daban un cachetadón que les desviaba indefectiblemente un ojo al de la voz.
Todo eso ya dejó de existir. O no. Yo no sé si me deba alegrar ese cambio de tercios, como en los toros.
felixcortescama@gmail.com
Miércoles 1 de Marzo de 2023