Todos Podemos una Mancha Llevar

Compartir con tus amigos

FÉLIX CORTÉS CAMARILLO

            A Carlos Salinas de Gortari, como a cualquier otro ser humano, se le puede acusar de todos los pecados que se le saben y de los que se le suponen, no hay duda. Pero su culpa es mínima en torno a las pillerías de su hermano mayor Raúl, mejor conocido en el bajo mundo de los negocios como “Mr. Tenpercent”, por el moche que cobraba a los contratistas por cada obra que el gobierno federal les otorgaba. O por los delitos de otros familiares suyos.

            Como se lleva un lunar, en toda familia hay un pillo, un loco, un genio y una prima -lejana- ligerita de cascos, dícese putita. Precisamente por eso las deficiencias éticas de las personas no son transmisibles, ni por ósmosis, contagio aéreo, árbol genealógico, cercanía física o intercambio de fluidos corporales.

A excepción de México.

            En nuestro país, la portación de pariente incómodo es un delito perfectamente tipificado en el código moral de la sociedad y sus medios de comunicación. Como si no fuera suficiente el empeño indispensable que debemos poner a nuestra conducta, para que cada uno de nuestros actos corresponda con el perfil que hemos tratado de construir de nosotros, hemos de ocuparnos de lo que hayan hecho o hacen nuestros padres, hermanos, hijos, primos, parientes pobres o ricos, o generaciones pasadas y futuras. Nunca mejor aplicada la frase edulcorada: ¡No manchen!

            La sociedad mexicana y todos sus medios, particularmente los electrónicos, están hoy absortos en dilucidar quién es, qué hace, de dónde viene, cuánto gana, y en qué lugar se enamoró de él, la pareja, esposa, concubina, amante, mujer o lo que sea de José Ramón López Beltrán, el nada agraciado hijo mayor del presidente de México. Todo porque resulta que la pareja vivió -o vive, no sé- en una casa en Houston que ahora sí a ojo de buen cubero, le atribuyen el precio de un millón de dólares, a coste de la señora.

Ni que fuera para tanto, diría Chava Flores.

            De acuerdo al supositorio, supongamos que la señora es “de dinero” como dice el presidente López; que es empleada de alto rango de una empresa petrolera gringa, como dicen sus detractores; que esa empresa tiene contratos con PEMEX, lo que no debe sorprender a nadie, ni es ilegal. Que se enamoró de un presunto cinturita, cuarentón de escasa belleza, bueno para nada y que lo quiere mantener y ponerle una camioneta Mercedes Benz a la puerta.

Supongamos que todo eso es cierto. ¿Y? ¿Qué tiene que ver el papá del muchacho con todo ello? Que, como dice el presidente López: que investigue quien tiene que investigar y presente pruebas de corrupción, tráfico de influencias, conflicto de intereses o corrupción, si las hay.

            Por esa preciosa y frecuente combinación de amor, biología y circunstancia, con la participación de tres mujeres tengo el orgullo de ser padre de por lo menos cinco hijos. Todos son mayores de edad y excepto la más pequeña, han definido su futuro independientemente de mi persona, hacienda, conducta, opinión o perfil ético. Ninguno de ellos tiene culpa de mis errores ni he sido cómplice jamás de sus fallas. Ya no se diga de mis hermanos, primos, amigos u otros miembros de mi familia. Y así debe ser con todos.

            El presidente López tiene muy manchado el pelaje de la honestidad. Yo estoy convencido que eso es más por ignorancia, terquedad, ceguera voluntaria y candidez que por maldad, pero eso digo yo. Cada quien tendrá su opinión. No obstante, yo creo que Andrés Manuel no tiene por qué cargar además con costales ajenos repletos de delincuencia.

            En mi perspicacia debo suponer que debajo de esta alfombra de estiércol lanzado al ventilador se esconde la intención de que nos olvidemos de los verdaderos problemas de nuestro país, en cuya incidencia el presidente López sí tiene culpa: la inseguridad criminal y brutalmente cruenta, la salud incierta y mentirosa, y la economía en naufragio. Eso para empezar.

            Y de eso sí, presidente López, no hay quien lo salve.

PREGUNTA PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Esto va para los detractores del presidente López: en lugar del abusador sexual Pedro Salmerón -que ya tiene chamba asegurada al menos tres años- será Jesusa Rodríguez quien ocupe la embajada de México en Panamá. Dicen ustedes que es una payasa, demagoga, argüendera, mentirosa saltimbanqui.

Acaso ¿no es la ideal representante del presidente López en el extranjero?

‎felixcortescama@gmail.com

miércoles, 2 de febrero de 2022

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *