FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
En el estado del que soy oriundo, Nuevo León, se está viviendo una euforia verbal en torno a las supermillonarias inversiones de capital del extranjero que se han anunciado con gran entusiasmo y desbordado optimismo. A partir del anuncio de que Tesla iba a poner su megafabrica de automóviles eléctricos en la zona metropolitana de la capital, se desató una serie de anuncios similares. Cierto, la primera versión sobre la lana que el señor Musk iba a meterle a su empresa, era de diez mil millones de dólares; luego bajó a cinco mil. Ahora andamos en mil doscientos millones para empezar, que tampoco es baba de perico. Espero.
Es obvio que los presuntos proveedores de partes para la ensambladora de esos carros ya andan buscando terrenos en la zona para poner sus propias producciones. Qué bueno. Como si esto fuera poco, ayer me desperté con la noticia de que la emergente empresa Chirey de los chinos, va aponer una planta ensambladora de sus carros –que se están comiendo a puños el mercado europeo por su precio- también en Nuevo León. Y que Kawasaki va a cuadruplicar su producción en Salinas Victoria. Así lo anticipó –algo debe saber- Samuel García, el gobernador que quiere ser presidente de México, antes de irse de gira promocional a Asia para firmar esos y otros acuerdos que por ahora oculta. De las diez más grandes compañías de tecnología en el mundo, siete se han establecido o expandiendo en Nuevo León creando siete mil nuevos empleos, dijo Samuelito, guardando el resto de la baraja.
Qué bueno que haya más empleos y más pobladores en Nuevo León.
Pero hay otras cosas a considerar. Supongamos siete mil nuevos empleos. Eso quiere decir un aumento de pobladores de por lo menos siete mil nuevas familias, además de las que generan las empresas adyacentes.
Todo incremento demográfico implica una necesidad imprevista de servicios: esos nuevos habitantes del estado van a necesitar vivienda, que alguien venderá, transporte público que ya es ineficiente, mercados, cines, parques, cantinas, basureros, lupanares, escuelas para los huercos, cementerios, drenaje, electricidad, policías….usted puede agregar ideas.
Por encima de todo ello, agua.
En estos precisos momentos, en los que la zona metropolitana de Monterrey requiere quince mil litros por segundo. La cacareada inauguración del acueducto Cuchillo II está aportando mil doscientos litros por segundo, algo así como el diez por ciento de las necesidades hoy. Es un ejercicio simple de aritmética para imaginar las consecuencias de este “progreso”.
Necesariamente debo coincidir en la opinión del presidente López. ¿No sería mejor para México que gran parte de esas magníficas inversiones se fueran al sureste, en donde hay más escasez de empleos, necesidad de desarrollo y abundancia de agua para cualquier industria y para el consumo?
Desde luego, a los dueños del dinero les resulta mucho más rentable poner sus plantas cerca del cliente gringo, en un estado que tiene mano de obra calificada y probadamente eficiente, comunicaciones, y cultura del trabajo. Irse a Chiapas, Tabasco o Guerrero y transportar sus productos a la frontera norte, cuesta más.Claro que eso es verdad. La pregunta es si el gobernador de Nuevo León trabaja para las empresas extranjeras de inversión o para su estado, y si tiene idea del trompo que quiere echarse a la uña con esa euforia. Y por añadidura, si está considerando al país que le gustaría presidir.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Se avizora un remedio al enorme problema del narcotráfico, por lo menos en Sinaloa y específicamente en el ramo del fentanilo que está matando a tanto tonto consumidor en los Estados Unidos. Todo aquel que en Sinaloa se dedique al procesamiento, envase, distribución local o exportación de fentanilo ha quedado advertido que enfrentará consecuencias muy severas, que incluyen peligro de muerte. Contrario a lo que se puede suponer, la advertencia no proviene de la Fiscalía General de la República, la Guardia Nacional o la presidencia de la República. La advertencia la hicieron pública y la firman Los Chapitos, que yo supongo son los hijos célebres del Chapo Guzmán. Es bueno saber quién manda con rotunda autoridad en el territorio de nuestro país; al menos en Sinaloa.
felixcortescama@gmail.com
Miércoles, 4 de Octubre de 2023
El hilo se rompe por lo más delgado, el agua en este caso!