FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
A partir de la madrugada de este domingo hemos de retrasar una hora nuestros relojes para que, dicen, tengamos una hora más de sueño. Eso se hace en gran parte de México desde el sexenio de Ernesto Zedillo, hasta ahora el más funesto presidente del país, en trámite de ser destronado. El tiempo nos regala una hora más de vida dicen; eso es falso: seis meses «nos la da» y la otra mitad del año nos la quita.
La argumentación para mantener dos horarios, el de verano y el de invierno, no se desprende precisamente de la preocupación por nuestro descanso, que se establece más en dependencia de nuestra circunstancia económica y laboral que de nuestro ocio. Se nos viene diciendo que se trata de ahorrar una hora de energía eléctrica. Eso es naturalmente falso, como los sabe que paga su factura de la CFE como se debe.
Probablemente el alumbrado público -en donde lo hay y funciona- reditúe al cambiar la hora de su encendido. Eso solamente ratifica que el cambio de horario es una decisión estrictamente política.
En 1884 una convención internacional estableció que el meridiano cero de nuestro planeta era el establecido por el observatorio Airy Transit Circle, específicamente una raya que pasa por ese Real observatorio en el distrito Greenwich de Londres. Desde entonces sabemos qué hora es en cada sitio del planeta con referencia a que hora es en el meridiano de Greenwich.
Ya no lo es tanto: a partir de 1960 se estableció un standard de tiempo, el llamado Coordinated Universal Time, (UTC) que coincide con el horario de Greenwich pero que se actualiza con aparatos atómicos de acuerdo a las modificaciones que nuestro planeta sufre en sus movimientos de traslación y rotación.
De cualquier manera, el reloj lo determinan los que están en el poder.
Desde 1942, España e Italia tienen el mismo horario de Berlín. Fue la decisión de sus gobernantes Franco y Mussolini para alinearse con el Führer, en lugar de adoptar -como lo indica la geografía- el horario de Greenwich. Horario que no respeta ni la misma Gran Bretaña, que tiene en invierno el British Standard Time, que es la hora de GMT más una.
Durante 14 años que Hugo Chávez estuvo en el poder en Venezuela, los relojes se atrasaban -o adelantaban- no una hora sino sólo media, para que los escolapios no fuesen a la escuela a oscuras. En 2016, un influyente yerno de Chávez volvió los relojes al orden, en uno de los pocos cambios a los que el sucesor Maduro se atrevió.
Todos los pequeños países del Caribe omiten el doble anual cambio y mantienen siempre el UTC menos cuatro. Lo mismo hace Cuba, Canadá, Ecuador, Colombia, Centroamérica y gran parte de Brasil. El que manda, manda.
El tema es fútil, me queda claro; pero es actual. Como sigue siendo actual que vivimos en un país en el que cuando ya sabes quién pregunta ¿qué hora es? La respuesta es: la que usted diga, señor Presidente.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Hay dos previsibles movidas inmediatas en el ajedrez político del presidente López, y así lo dejó entrever en la mañanera del jueves. El golpe a la UNAM, a más de dos años de que concluya el período del rector Graue para poner en su lugar a un incondicional, John Ackerman, y acabar con la institución. La otra es conceder el perdón presidencial a Mario Aburto en cuanto el confiese -23 años después- que el culpable del asesinato de Luis Donaldo Colosio es Carlos Salinas de Gortari, so pretexto de que Aburto está incomunicado y sujeto a constantes torturas, como dice la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
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