FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Naturalmente me preocupa que el presidente López haya resultado positivo a la prueba para detectar Covid-19, y me da gusto que su sintomatología sea leve y su recuperación aparentemente rápida. No porque tenga con él mayor coincidencia o sienta simpatía personal: apenas hemos coincidido un par de veces en mi vida. Pero es el presidente de mi país y estoy convencido de que mi país debe ser gobernado por alguien que esté en pleno uso de sus facultades. Por lo menos las del cuerpo.
En el caso de Andrés Manuel López Obrador preocupa la liviandad con la que todo el asunto de los contagios por la pandemia que lleva ya casi dos años afectándonos. Esa ligereza ha tocado extremos como afirmar que sesenta mil fallecimientos por el mal sería catastrófico para México: ya pasamos el medio millón. En más de una ocasión se ha calificado la pandemia como dominada y el incremento de contagios en una hipotética meseta. Se promueve y se desacredita cíclicamente el uso del cubrebocas como medida preventiva eficiente. A cambio, se ha recomendado acudir a rezos y amuletos mientras se propician las reuniones masivas sin el respeto a la recomendable distancia entre las personas. Nada se sabe de los altos funcionarios que han sido contagiados por el bicho ni cuál su evolución.
Precisamente el conocimiento de las condiciones de salud de los gobernantes es uno de los múltiples indicadores de los niveles de democracia en los gobiernos. La muerte de Stalin, hace casi setenta años, tardó en ser reconocida y publicada por la Unión Soviética mientras no solucionaban las pugnas internas y las consecuentes purgas en la lucha por la sucesión. En los países democráticos, el estado de salud física y mental de los dirigentes es dado a conocer minuciosamente, lo mismo que los tratamientos o procedimientos quirúrgicos a los que se someten.
El presidente López ha repetido que él ya no se pertenece a sí mismo. Tiene razón: todos los mandatarios, en el momento en que reciben un mandato pertenecen a quien se los otorga. Y son ellos, los votantes, los que tienen todo el derecho a conocer la situación de la salud de quienes gobiernan. Aunque con toda sinceridad uestros deseos sean de pronta recuperación.
PREGUNTA PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): con todo respeto, señor presidente ¿no sería posible que las mañaneras siguieran siendo como las de ayer, sin tanto rollo y demagogia? El secretario de gobernación respondió, en el lugar de usted, cinco o seis preguntas de manera concisa y sencilla, sin las lecciones de historia o mentiras obvias a las que nos tiene usted acostumbrados.
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