El Ruletero

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FÉLIX CORTÉS CAMARILLO

Yo soy el Ikiricui

Que sí, que no,

el Ikuiricui..

El Ruletero, de Pérez Prado

                        Como diría mi abuela, si Dios le presta vida, Luis Echeverría Álvarez cumplirá el próximo lunes cien años de vida. Dado el caso, lo celebrará en la discreción y la secrecía en la que vive en su casa de la calle Porfirio Díaz, en San Jerónimo Lídice, Distrito Federal.

Esa parte del pueblo de San Jerónimo debe su apelativo precisamente a Echeverría, en memoria de un pueblo mártir, en las cercanías de Praga. Lidice fue arrasada por los nazis al presumir que ahí se escondían los realizadores de un atentado el 27 de mayo de 1942 en contra de Reihnard Heydrich, “protector” nazi en Bohemia y Moravia ocupadas, que murió de septicemia una semana después del ataque.

            Pero Echeverría, a semejanza del presidente López es recordado entre otras cosas por sus frases pretendidamente celebres (“estamos trabajando” equivale al actual “estamos en eso”) y sus ocurrencias, generalmente desafortunadas.

            Entre estas últimas se encuentra la ratificación explícita del poder total del presidente de México. Fue Echeverría el que le mandó decir a su secretario de Hacienda, Hugo B. Margáin, lo que todos sabemos: en México, “las finanzas se manejan en Los Pinos”. Los Pinos o Palacio nacional ahora, todo se maneja desde la sede presidencial. De manera muy marcada, las finanzas y la política exterior.

            Por el estilo personal de gobernar, que diría Cosío Villegas, lo más parecido a la política exterior mexicana son las pantaletas de una mujer de la vida que llaman fácil: para arriba y para abajo. Según lo que diga el patrón.

Que sí, que no, el Ikuiricui, canta la orquesta de Pérez Prado.

            De pronto somos aliados, cómplices, amigos y hasta lacayos del gobierno de los Estados Unidos, y de repente nos distanciamos de manera áspera. Un sexenio somos hermanos amadísimos del castrismo y en otro le corremos la cortesía a Fidel Castro de advertirle: comes y te vas.

            Para muestra del sube y baja, el botón más reciente: ayer tomó posesión el dictadorzuelo de Nicaragua Daniel Ortega como presidente de su país por quinta ocasión, cuarta consecutiva. Llegó al poder por medio de un proceso electoral plagado de mentiras, mañas, represión, cárcel, exilio de opositores y amenazas, de la manera más contraria a la democracia que se pueda imaginar. No debe sorprender que en su toma de posesión estuvieran representantes de democracias tan conspicuas como Corea del Norte, Venezuela, Rusia, Bielorrusia, Cuba, Irán, Siria y China. Pese a esto, la Secretaría de Relaciones Exteriores había anunciado que el director para América Latina y el Caribe, Martin Borrego Llorente, representaría al gobierno de López en la ceremonia.

            Pero la noche del domingo la oficina de Marcelo Ebrard anunció que “ningún funcionario de la Cancillería mexicana acudiría a la toma de protesta en Nicaragua”. Pues tampoco. El presidente López decidió durante la mañanera de ayer que sí habría un representante oficial de su gobierno (persona) en la unción de Ortega. A pesar de que la ceremonia era ayer mismo. Que sí, que no.

            Si yo fuera Ebrard ya hubiera renunciado.

            ¡El Macalacachimba, caballero!

PREGUNTA PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Con todo respeto, señor presidente: cuídese su catarrito. No vaya a ser un Covidcito, como le llaman. Usted mismo, y la señora Scheinbaum dicen que ante los menores síntomas debemos guardarnos y taparnos la boca.

‎felixcortescama@gmail.com

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