¿Melón o Sandía?

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FÉLIX CORTÉS CAMARILLO

            En muy lejanas tierras y más lejanos años, en mi primer año de universidad –el de las novatadas y el aprendizaje del idioma- tuve condiscípulos de varias procedencias: un islandés que compartió habitación conmigo y con Antonio Ballester, pianista mexicano, algunos indonesios, cuatro bolivianos, seis haitianos, un uruguayo, un artista de Mongolia y alrededor de seis cubanos.

            Estos últimos, con los que compartí mucho la mesa del comedor comunitario, llevaban la barba crecida salvo uno muy querido que se llamó Adriano, porque era lampiño y la calidad de su dermis no daba lugar al follaje facial. En Cuba, se llevaba la barba.

            Había comenzado la era de las definiciones en la triunfante Revolución Cubana: se era revolucionario, por lo tanto barbudo, o se era gusano, contrario al régimen. No cabían medias tintas.

            Miami se rebautizó entonces desde La Habana como La Gusanera. Ahí ya habían puesto su Pied-à-Terre los de la oligarquía cubana antes de la llegada de Fidel Castro; ahí tenían propiedades y depósitos bancarios chonchos. Entonces era el turno de los de la clase media alta irse a Miami. Luego se irían los restantes. Estaban armándose los Comités de Defensa de la Revolución, una cruel y efectiva red de espionaje doméstico que transformó a cada cubano en vigilante y delator de su vecino, padre, amante o enemigo: la delación de ser gusano podía llevar a un juicio sumario cuya estación final fue para muchos el paredón. Más o menos lo que está pasando en Nicaragua, con un dictadorzuelo Ortega y señora persiguiendo a quienes fueron sus colaboradores cercanos en la RevolucionSandinista.

            Algo similar nos pasa en México. El Gran Señor lo ha repetido hasta la saciedad: no hay medias tintas. O estamos hasta le ignominia con el Cuatrote, sin discusión, sin dudas, sin vacilaciones, en absoluta entrega sin chistar; o somos defensores de la oligarquía del pasado, de la corrupción, del entreguismo y la riqueza fácil, de dos pares de zapatos y un automóvil. Barbudos o gusanos. Aquí hay la libertad de elegir. Y se celebra que así sea, porque en este tiempo de definiciones la UNAM se ha “hamburguesado” y los que una vez fueron demócratas de izquierda ahora se han vendido a Claudio X González.

            Creo que eso de “con melón o con sandía” era un juego infantil. Por fortuna, la huerta del Señor ofrece miles de frutos diversos y no obliga a una dieta determinada.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Sólo para solaz y esparcimiento de los pocos afortunados que lean esta columna, tomo y reproduzco de mi diario Milenio de febrero 17, la sugerencia que hace don Daniel García, presidente de la Cámara de la Industria de Restaurantes y Alimentos de Nuevo León, para cuidar el agua. Nos pide copiar la, dijo “receta europea”. Comillas: ”hay que volvernos como los europeos, que de repente se bañan uno o dos…de dos a tres días a la semana”

Como europeo en el exilio me siento profundamente ofendido, y le recomiendo a don David, que si le disgusta el baño vaquero, puede tomar el taurino, que es de dos orejas y el rabo. Pero también el benedictino, que es la calva y el culo.

‎felixcortescama@gmail.com

Domingo, 19 de Febrero de 2023

2 comentarios en “<em>¿Melón o Sandía?</em>”

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