FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Debo confesar que ya llegué a mi límite. Ya no aguanto más el tener que enterarme por los periódicos o los programas de radio o televisión que frecuento en México cómo es que pienso, opino y confieso mis preferencias políticas, especialmente las electorales. Todo porque unas oscuras casas encuestadoras, generalmente meretrices de las estadísticas menores, entregan a sus clientes lo que mejor saben hacer en la cama de la ciencia de inventar cifras.
Con muestras de encuestados que oscilan entre las cuatrocientos y mil personas, pretenden dibujar un preciso universo de alrededor de setenta millones de hombres y mujeres. Con las cifras que producen, venden a sus clientes los argumentos para ostentarse como los líderes en las preferencias populares, la flor más bella del ejido o la mujer más hermosa del reino, como el afamado espejito mágico de la madrastra de Blancanieves.
Mi entorno personal es más bien estrecho. Amigos tengo pocos y muy buenos. Ambas cualidades se deben tal vez a que nos vemos con frecuencia escasa; pero no conozco una sola persona que haya sido partícipe en una de estas mediciones de opinión. Desde luego que yo mismo nunca he sido interrogado sobre el particular; ni telefónicamente, ni papelito en mano.
Los políticos mexicanos -todos, pero especialmente el presidente López- son muy sensibles a los resultados de las encuestas de opinión, cuando les son adversos.
La semana pasada Andrés Manuel presumió una encuesta realizada en los Estados Unidos sobre los índices de popularidad de mandatarios de varios países. Resultó, pues de otra manera jamás nos hubiera el Peje enterado de ella, que precisamente él salió en primer lugar de índices de aprobación. Eso no es cierto, desde luego; según su propio dicho, el primer lugar fue para el presidente de la India, pero ¿qué tanto es tantito?
El presidente López les gana a los mandatarios de Gran Bretaña, Alemania, Italia, Estados Unidos, España y no sé cuantos más hasta llegar a doce. Paren prensas. Tenemos un ganador de las encuestas que quiere trasladar esas mentiras a los resultados en las urnas del 6 de junio.
Cuando los resultados de esta encuesta gringa, ha dicho el presidente López, le sean adversos, entonces será el momento de las despedidas. Cuando la encuesta, como el espejito de la madrastra de Blancanieves no le diga al ególatra lo que quiere escuchar permanentemente, esos resultados no serán divulgados por Palacio Nacional. Serán los tiempos en que el espíritu de Obregón habrá renacido en el cuerpo del presidente López, quien se siente indispensable para la eterna salvación de los mexicanos.
CANTALETA (HASTA EL 6 DE JUNIO): Dice Catón: «un voto por Morena es un voto contra México». Hasta la fecha, la directora del Metro de la Ciudad de México no se ha movido de su afirmación de que ella es «solamente» la directora general. Hoy todavía no hay responsables, mucho menos culpables, de la tragedia de la Línea Dorada de Marcelo.
Poco probable que aparezcan.