FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Cuéntame el chiste del gato
Dame aquella medicina
Cuéntame una tontería
Cuando llegue la agonía.
Luis Eduardo Aute, Cuéntame una tontería
La sátira florece cuando hay muy pocos motivos de risa.
Aute, olvidado cantautor español lo sabía y Caíto, exquisito cantor argentino en proceso de olvidación lo decía con triste deleite: cuando llega la crisis se requiere de mucha tontería para soportarla. Ambos ya se fueron: Carlos en el 2004, Luis Eduardo en el 20.
En realidad creo que le hemos dado a la tontería y a los tontos demasiada importancia al dedicarles tan profundo desprecio. Debiéramos meditar sobre lo que recomienda Ramón Gómez de la Serna: en la vida hay que ser un poco tonto; si no, lo son todos los demás y ya no dejan nada.
Sin pretender entrar a los terrenos ajenos de la clasificación de la pendejez humana, medición que ya es clásica, y reconociendo que hay mucho más categorías de tontos de los que podemos imaginar, para mí tengo que los tontos mexicanos se clasifican en tres grandes grupos: los ingenuos, los orgullosos y los verdaderamente imbéciles.
La primera categoría es ejemplificada con frecuencia semanal por doña Ana Elizabeth García Vilchis, diputada suplente por Puebla y directora de redes de la Vocería de la Presidencia de la República. Doña Ana está a cargo los miércoles en la Mañanera de la sección de “quién es quién” en las mentiras de los medios mexicanos. De ella, el presidente López ha reconocido públicamente que no sabe leer el libreto que le preparan sus jefes pero no miente. Se le podría aplicar la tantas veces repetida advertencia de Pitágoras de Samos, de que más vale mantener la boca cerrada y que los demás te crean tonto, que abrirla y que lo corroboren.
En el segundo piso están los orgullosos, que se distinguen por su lealtad a sus jefes y sus tonterías. Sartre les aconseja nunca cometer dos veces la misma tontería: si su intelecto les permitiera verlo, la elección es más amplia. El mejor ejemplar de esta casta es el doctor López-Gattel quien reconoce la cuarta ola de la pandemia sin enterarse de que ya el mundo va en la séptima. Si ninguno tiene perdón, los integrantes de este sector de Morena están condenados al noveno círculo del infierno.
Finalmente están los irremediables. Los mejores ejemplares de esta imbécil subespecie narran en la televisión en un dialecto lejanamente parecido al castellano, los partidos de futbol americano. No se ocupan de contarnos lo que estamos viendo, como si fuésemos tarados, sino de decirnos lo que el entrenador, el jugador o el árbitro en cada jugada debió haber hecho, ponderado, decidido, observado o juzgado, como lo hacen ellos. Generalmente ajeno a la verdad que estamos viendo.
Y sin embargo, como el caballero Doyle le atribuye decir a Sherlock Holmes, un tonto encuentra siempre otro más tonto que lo admira. Eso se aplica a todas las categorías de tontería aquí superficialmente analizadas. Y no hay que olvidar que la televisión no es más que una lente amplificadora de nuestras virtudes y nuestros defectos.
PILON EPISTOLAR: Estimados señores Reyes Magos: les pido que, al igual que el año pasado, este año no me traigan nada. Pero no chinguen: tampoco me quiten.
felixcortescama@gmail.com
domingo, 2 de enero de 2022
Muy buena Félix ¿La publicó?Enlagrilla.com
Gracias.