FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Una tarde de septiembre de 1974 se me apareció en la oficina de Televicentro en la Ciudad de México, una jovencita morena de muy buen ver, no muy alta, si muy lanzada, muy decidida y firme. Una veracruzana, pues. Luego me enteré que es de Coatzacoalcos. Me pidió una oportunidad de trabajar con nosotros en el noticiario 24 Horas con Jacobo Zabludovsky, donde yo fui el productor y jefe de redacción. No le pregunté nada, y hasta la fecha, no sé de dónde sacó su vocación, salvo de las obsesivas lecturas de su infancia en una casa modesta, por no decirle pobre. Algo me sugirió que era una buena idea y le dí su primer trabajo.
El domingo pasado, y junto a Bertha, quien es por muchas causas mi señora, estuve en Miami para celebrar que aquella tarde mi intuición no me había engañado: María Antonieta Collins, reportera estrella de la cadena más importante de televisión en castellano en los Estados Unidos, con una veintena de personas que han tenido algún papel importante en su carrera, MAC, como se le conoce por allá, celebró cincuenta años de labor profesional.
Las empresas, especialmente las de medios, suelen ser parcas en sus reconocimientos al trabajo constante y bien hecho de sus empleados. Para eso te pago, pueden decir; y lo dicen. Univision/Televisa fue generosa en armar un homenaje digno de la ocasión y de la festejada: una profesional de la televisión noticiosa que tiene en su oficina diez estatuillas que corresponden a otros tantos premios Emmy latinos, que no son poca cosa, además de otros reconocimientos acumulados en diez lustros.
A grandes rasgos, reconocimos todos el domingo pasado una serie de trabajos de excepción que van desde meterse literalmente en el ojo de la tormenta a bordo de un avión meteorológico de los llamados caza huracanes, a entrevistas con personajes como un sobreviviente de los Andes, un policía de McAllen que conoció -aunque le exigieran no hablar de ello- ser prisionero de guerra en Irak,o -como dicen los jarochos- al mismísimo Papa. Miles de reportajes.
Más allá de reconocer la manufactura de su trabajo, la honestidad en el abordaje, el empeño en la investigación, el toque humano en el proceso, o la creatividad en el diseño de lo que en el medio llamamos “historias”, esta storyteller dejó el domingo de manifiesto una virtud poco reconocida, especialmente en el gremio nuestro.
Este tiempo que vivimos es, como todos suelen serlo, escaso en valores; más aún, es tiempo preso de nuestra confusión de ellos. En el antiguo reino de Castilla y Aragón, los primeros españoles decían “tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”, en alusión a la igualdad de peso de los dos monarcas católicos. La pregunta es ¿qué nos hace valiosos como personas? Desde luego no son el dinero, los bienes materiales, ni los títulos nobiliarios, académicos o de gobierno. Para mí tengo que lo que determina nuestro valor como persona es la capacidad de despertar en los demás respeto, afecto, admiración y agradecimiento. Cuando se hace eso durante cincuenta años, en dos países que están unidos por el idioma, hay que celebrarlo, y eso es lo que pudimos presenciar este fin de semana en Miami, no solamente entre los pares, amigos y compañeros de trabajo de MAC, sino -de manera especial- en la gente de la calle. Gracias, María Antonieta Collins, por habernos hecho participar de esta fiesta.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Mañana comienza la etapa decisiva para los Estados Unidos y en consecuencia para el mundo, rumbo a la presidencia de ese gran país. El debate de esta noche debe ser el pistoletazo más definitivo de todos los debates de candidatos desde que Nixon perdió ante Kennedy. Voy Harris.
Monday, September 9, 2024
9:31
629 palabras en 3,676 caracteres con espacios