Cancionero
FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España regresó de La Haya, en donde asistió a la reunión de la OTAN, regañado y orgulloso. Por el mismo motivo.
La OTAN es un invento militar de los Estados Unidos para hacerle frente a la URSS al terminar la Segunda Gueerra Mundial. Con la aportación mayor de dinero y de mando de los norteamericanos, la OTAN es un pacto en el que la mayor parte de los países europeos de este lado de la cortina de hierro, están comprometidos a una defensa colectiva si uno solo de sus países miembros es agredido por otro. Obviamente, los soviéticos de entonces, los rusos de ahora.
Naturalmente, eso cuesta. Y mucho.
El presidente Trump ha sido muy claro en no estar dispuesto a seguir patrocinando la protección de esos países zánganos, cuya aportación al gasto común de la OTAN es mínima; la reunión de La Haya se inició con la consigna clara: cada país tiene que dedicar el cinco por ciento de su producto interno bruto a la defensa propia y colectiva. Entiéndase, a la OTAN. Los 32 países miembros firmaron el miércoles un documento comprometéndose a ello. España incluída, aunque firmó bajo protesta.
El compromiso es a hacerse efectivo dentro de cinco años; desde ahora, sin embargo, España ha dicho que no puede pagar esa cuota. Cuando mucho, puede mantenerse en el actual 2.1% de su PIB. No más.
Esa postura puede ganarle apoyo a Pedro Sánchez, quien está en una crisis interna por escándalos actuales de corrupción, que involucran a su propia esposa, Begoña, que han llevado a la Cortes, el Congreso, a pedir su destitución luego de un juicio político. En donde Sánchez no puede cosechar simpatías, es en el efecto que las amenazas de Donald Trump hizo a la rebeldía española: “ya lo pagarán en tarifas”. Eso quere decir los famosos aranceles, que es el arma favorita del gobierno de los Estados Unidos para su estrategia diplomática.
Dicen que en los pasillos de la Casa Blanca la apuesta corre sobre cuál gobierno caerá primero; el de Teherán o el de Madrid.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas):
Me queda claro que contrario a lo que muchas personas piensan -comenzando por mis dos hijas- no soy perfecto, y puedo equivocarme.
Ayer, en este mismo espacio, al comentar la denuncia del Tesoro de los Estados Unidos sobre la participación de empresas financieras mexicanas en el tráfico de drogas y el dinero sucio, confundillome y mezclé los nombres de dos casas de bolsa mexicanas, Vector y Value. Ya el Perico Polico de Angel Quintanilla me dió un público coscorrón y no me dejó más que pedir perdón.
Vector y Value son, efectivamente, de raíz regiomontana, y las dos son activas y efectivas operadoras de los fondos de quienes quieren arriesgar su lana en inversiones que den mejor rendimiento que los bancos. Pero hasta aquí la coincidencia.
En efecto, Carlos Bremer fundó Value en 1992 y fue su cabeza hasta la reciente muerte de él. Vector, por lo contrario, nació 18 años antes con otro nombre, y en 1987 fue adquirida y rebautizada como Vector por Alfonso Romo y un grupo de capitalistas.
Es Vector de Romo y no Value de Bremer la casa de bolsa mexicana, por el momento, la acusada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de andar en malos pasos. Todo esto, desde luego, en el tono de la actual administración gringa que tanto se parece al viejo adagio mexicano de “mátalos, después vivirguas”.
Como escribí al comienzo, no soy perfecto.
felixcortescama@gmail.com
Thursday, June 26, 2025