FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Niño, deja ya de joder con la pelota.
Niño, que eso no se dice,
Que eso no se hace,
Que eso no se toca…
Joan Manuel Serrat, Esos Locos Bajitos
Es obligatorio creer al que se inculpa solo. Excusatio non petita, accusatio manifesta, reza el latinajo. Manuel Espino, quien fuera dirigente nacional del PAN, ahora salió al ruedo político nacional, que cada vez se parece más -y Paco Tijerina no me dejará mentir- al de las corridas bufas.
De las tinieblas de su alma triste apareció diciendo que le había propuesto al vicepresidente del país, ser él intermediario en una negociación con la delincuencia organizada, para poner fin a la violencia incontenible que ha tomado al territorio nacional en sus manos. Espino fue más allá y confesó que había entablado ya diálogo con dos dirigentes de estas distinguidas organizaciones, con buena disposición manifiesta.
El supuesto receptor de esta oferta, el corcholato menor Adán Augusto López, secretario de la Gobernación, fue presto en desacreditar a Espino; dijo que el declarante le había entregado un libro en el que mencionaba el asunto de marras. Su jefe de él, el otro López, sacó de la lidia el tema con el pase del desdén, de Manolo Martínez, para seguir en los ruedos. El gravísimo problema de Manuel Espino es haber quitado el capote de encima. Que canta Serrat, “que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca.”
Volviendo al planeta tierra, los mexicanos asumimos -precisamente porque nadie nos lo ha dicho- que las relaciones entre el gobierno y el crimen son y han sido siempre sólidas; aunque secretas. Estos mexicanos míos adivinan que Vicente Fox pactó con los bandidos repartiendo sus áreas de influencia, y garantizando la ceguera de la autoridad, siempre y cuando un bandido no pisara el terreno del otro. Que Felipe Calderón disfrazó la complicidad que ejercía su jefe de seguridad nacional, García Luna, vistiendo uniforme militar que le quedaba grande y declarando una guerra que nunca fue. Que Enrique Peña Nieto no se enteró de nada porque no le interesaba enterarse, y si hubo algún acercamiento con los malosos lo hicieron los de su cercanía. El error de Manuel Espino ahora es abrir la capa y contar su historia. Serrat canta “que eso no se dice, que eso no se toca.”
El presidente López toca y dice de su más reciente visita a Sinaloa que fue a Guamuchil, porque Sinaloa es el granero de nuestro país -digamos que una mini Ucrania- en tiempos en que México no produce lo que come. Mmjú. Sí, como ño.
Atrás deben quedar en la memoria las visitas a Badiraguato, el saludo a la madre del Chapo, la liberación de Ovidio y todo lo que la imaginería nacional pueda forjar a partir de la opacidad de la información del gobierno, que ha pasado de ser cortina de humo para transformarse en simulacros de invención escénica. A la manera de la puesta en escena de la captura de Florence Cassez y compañía.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Se acabó lo que se daba; algún profesional de la propaganda política inventó el mito de la opción de Samuel García como líder de una vana oposición al abanderado de Andrés Manuel para la Presidencia en 2024. El propietario de la franquicia del Movimiento Ciudadano vino a Monterrey a decirnos que la señora esposa del gobernador de Nuevo León era capital mayor del MC.
Pues el mayor haber del Movimiento Ciudadano en el estado, el gobernador Samuelito, está jugándose unas vencidas definitivas con los hábiles operadores del PRI y del PAN -chuchas cuereras y mañosas- en la designación del fiscal de justicia del estado. Si Samuelito la libra, le queda hoy liberar nuestra agua escasa a Tamaulipas -escasa porque su bombardeo de nubes no fue atendido por la Virgen de la Cueva- y recordar que anunció el renacimiento del Seguro Popular que su ídolo capitalino decapitó, y para lo que no tiene dinero. Among other things, pa´que me entienda.
felixcortescama@gmail.com
lunes, 31 de octubre de 2022