FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Hoy viernes se cumplen once años de la desaparición de, dicen, 43 alumnos de la escuela normal de Ayotzinapa. Eso está en Guerrero, y durante décadas, en lugar de ser un centro de preparación de maestros para las zonas jodidas del estado, fue -desde Genaro Vázquez, que los jóvenes manifestantes no saben quién fue— un centro de adoctrinamiento que nunca se preocupó por la propedéutica o la pedagogía, sino por las técnicas de concentraciones políticas o actos de propaganda masivos.
A eso iban de Guerrero a la Ciudad de México en autobuses naturalmente secuestrados, para participar en los ritos del dos de octubre. La esposa del alcalde de Iguala rendía su informe al frente del DIF local, y quería todos los reflectores. Su esposo, mandó a la policía a disminuir cualquier ruido político.
Instrucciones mal dadas, mal interpretadas o finalmente falsas, lo cierto es que los muchachos fueron capturados por miembros del orden público -militares y municipales- que entregaron a los corderitos a una de las muchas mafias que existen en México. Hasta ahí sabemos.
Lo único que nos han dicho fue la “verdad histórica” , que recoge lo dicho arriba y que fue la causa de que el entonces procurador de justicia de la Nación, Murillo Karam, se fuera a pasar el resto de sus días en prisión domiciliaria. La misma versión histórica que el señor Martí Batres, picudo el señor, ratificó públicamente.
Once años después de los turbios actos de septiembre en Iguala, vuelven las marchas, las pintas y los slogans cada vez más vacíos: “vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Mientras tanto, un tal Vidulfo, pillastre que se apoderó de la ingenuidad de los padres de los desaparecidos para padrotear su causa y acabar de asesor primero del presidente de la Suprema Corte de Justicia, con lana, privilegios y prebendas que nunca soñó.
Yo, sinceramente, no tengo idea de hasta dónde se va a estirar esta liga ¿Hasta que se reviente, o hasta que quede tan guanga que ya no vuelva a su estado original?
PILÓN: PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Algo serio se está cocinando en la milicia de los Estados Unidos. Por primera vez en su historia reciente, todos los altos mandos de las fuerzas armadas del país,estén donde estén, han sido convocados para un enorme cónclave con su jefe Pete Hegseth, que llegó al Pentágono como secretario de la defensa y ahora es secretario de guerra.
El martes se reunirán en la sede de los marinos, en Quantico, Virginia. No se conoce la agenda del día; pudiere ser Ucrania, Gaza, Venezuela, México o cualquier otro sitio de conflicto que disturbe el sueño del presidente Trump.
Una de las probables pistas la dejó sembrada el secretario de la guerra cuando tomó posesión: reducir en un 20 por ciento el personal de grandes admirales y generales de cuatro estrellas. El de cinco es el mero mero.
En enero de 2023 los peces gordos eran 37; pasarían a 30. En la pelusa que sigue hacia abajo, de una estrella, bajarán de 900 a 720. También se estudia, en esta copia gringa de la austeridad republicana del papá de Andy, la reducción de las bases militares de los Estados Unidos, desde Guantánamo hasta Japón, pasando por España, Alemania o Turquía.
Si el aquelarre militar se reúne para ver quién se va y quién se queda, que Dios les bendiga. Si es para planear otra operación bélica, que Dios nos coja confesados.
Thursday, September 25, 2025
15:36
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