FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Durante muchos años, sin duda demasiados, el jefe del Ejecutivo mexicano era simultáneamente el más importante miembro del partido que lo había llevado al poder y el más poderoso mandatario que en el mundo hay. Siempre ha sido así, y la tradición tiene mucho de soviética: el primer secretario del partido comunista siempre fue el presidente del gobierno de aquella potencia.
Durante 60 años, los hermanos Castro ocuparon en Cuba la jefatura del estado y la del partido, que comenzó como un movimiento, el M 26, por el 26 de julio, que fue el primer acto frustrado de la revolución cubana con minúsculas. Tal vez ahí resida el origen de las florituras con las que Carolina Rangel Gracida se refirió al gobierno cubano ante su presidente Miguel Díaz-Canel, el primero de mayo en La Habana.
Carolina Rangel Gracida es la secretaria de Morena, otro movimiento convertido al poder.
Deben ser coincidencias accidentales.
También lo debe ser el hecho de que en México y Cuba hay dos importanes políticos partidarios y practicantes de la separación del gobierno y el partido en el poder en su país. Uno se llama Ernesto Zedillo, el autor de la “sana distancia” que acabó con el PRI, y Claudia Sheinbaum, presidente de México, quien ayer en la mañanera y a pregunta explícita dijo que no asistió a los trabajos del Consejo Nacional de Morena, que se reunió a puerta cerrada, porque no quiso, no debía y no podía. La sana distancia en reedición revisada, corregida y aumentada.
Pero la señora presidente mandó su línea a sus compañeros reunidos en el World Trade Center. Les mandó una carta con su ideario de cómo deben comportarse los miembros de Morena: especialmente en la etapa electoral en la que ya estamos.
Los principios son muy fáciles: honestidad, humildad y sencillez. Si la señora Sheinbaum fuese Groucho Marx, diría “estos son mis principios; si no les gustan, tengo otros”.
¿Cómo se traducen en reglas para los morenos? Trato de sintetizar: NO saltarse los tiempos, hacer campaña a ras de tierra, casa por casa, NO helicópteros ni carros blindados, no Rolex, Bentleys ni Guccis o restaurantes caros. NO anuncios espectaculares, influyentismo ni sectarismo, ni dependencia de los poderes de gobierno o fácticos. SI al volanteo, al respeto mutuo dentro del partido, y a la modestia más explícita.
Personalmente, a mí no me suena mal.
Lo que pasa es que, desde que llegaron al poder, según predicó seis años Lopitos, eso es lo que Morena ha estado practicando. No veo el cambio, pues.
Salvo que, en la desobediencia a este ideario, se manifieste la crisis interna en Morena que, ante la ausencia del pastor, no es más que una manada de cabras locas, en donde cada una hace lo que se le da la gana.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): El presidente Donald Trump anunció que abandona -por ahora- la idea de buscar un tercer cuatrienio en la Casa Blanca. En muchos de nosotros nació un esbozo de alivio, porque desconocíamos la segunda parte de tan importante decisión: la designación de sucesor. La idea de Trump se inclina por Marco Rubio, su cubanísimo secretario de Estado, y por J.R. Vance, el vicepresidente.
Ambos pertenecen a los halcones más extremistas de los republicanos de derecha en los Estados Unidos. ¿Con decirle a usted que yo preferiría a Trump?
Monday, May 5, 2025
14:22
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