Yo sí olvido el Año Viejo

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FÉLIX CORTÉS CAMARILLO

            ..me dejó una chiva

una burra negra…

El Año Viejo, Crescencio Salcedo

            De los pocos hábitos loables de los que me enorgullezco, conservo y cultivo, mi favorito es el de la memoria selectiva. De mi prolífico pasado solamente recuerdo las cosas que me fueron y siguen siendo gratas: lo demás ya se me olvidó.

            Por eso no puedo estar de acuerdo con el compositor colombiano Crescencio Salcedo, un negro que murió hace 45 años, pobre en Medellín, vendiendo flautas en la calle de Junin, flautas que desde chico manufacturaba, y que compuso -y algunas le fueron robadas- rolas viejas como La Múcura o Se va el Caimán, que iba para Barranquilla, así como Mi Cafetal, además del porro Yo no olvido el año viejo. Con ese final ingrato y modesto no entiendo su celebración del año que se va todos los años, recordándolo con cariño.

            Yo sí prefiero olvidar este méndigo año del 2021, porque a mí no me dejó nada memorable: ni una chiva, ni una burra negra, ni una yegua blanca. Suegra buena ya tengo desde hace 23 años.

            Suegra no suegra, yo dudo que los mexicanos podamos decir este sábado que el 2021 nos dejó cosas muy buenas como canta el nativo de Palomino, lugar conocido como La Guajira en la provincia de Bolívar. Salcedo fue mejor conocido en su tierra como El Compae Mochila de los Pies Descalzos . Entre otros gandules, Antonio Mora registró algunas de las canciones de Crescencio como suyas, cobrando bien por ellas.

            ¿Pero los mexicanos qué podemos agradecerle al año que se va?

            Desde luego una pandemia que nos deja medio millón de muertos no reconocidos por la autoridad, que nunca supo ni sabe en vísperas del Año Nuevo, enfrentar con inteligencia, eficiencia y sobre todo honestidad en la información. Nos deja una crisis económica que tendremos que reconocer dentro de unos años, cuando nos enteremos de que el prodigioso programa de limosnas generosas a los que no producimos (viejos, ninis, campesinos sin tierra) han sido financiados con las reservas sólidas que los odiados neoliberales del pasado le dejaron al presidente López y que no pueden seguir dependiendo de las remesas que envían los braceros que tuvieron que irse al otro lado porque de este lado no había chamba.

            Nos deja la burra negra de una demagogia nada sutil que en la práctica se traduce en el ejercicio cotidiano de una egocéntrica y omnímoda institución presidencial como en los viejos tiempos, arrasando con todos los poderes autónomos que lentamente los mexicanos hemos construido para limitar los poderes del Ejecutivo.

            Nos deja la vaca blanca del atraso educativo, sanitario y ético que se esconde detrás del primero los pobres. Primero los pobres, sí: al precipicio.

            Canten, si quieren con el colombiano La Múcura porque está en el suelo y no podemos con ella; esperanzados entonemos que se va el Caimán, o eso creemos, a Palenque en lugar de Barranquilla; pero no olviden el año viejo. Ni perdón ni olvido. Eso de que nos haya dejado cosas muy buenas, para nada.

            Tengan todos ustedes un mejor año. Peor, no creo que pueda ser.

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Hay una coincidencia de historias entre dos personajes citados con frecuencia por el presidente López, en papeles antagónicos: Santiago Creel y Manuel Bartlett. Uno es el demonio y el otro el santo. Los dos fueron secretarios de Gobernación cuando el presidente López era aspirante. Cosas de la memoria.

‎felixcortescama@gmail.com

jueves, 30 de diciembre de 2021

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