FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Nunca nos enteraremos del contenido de la charla de la sobremesa de ayer por la tarde entre el presidente López y la presidente Sheinbaum, aunque todo sea imaginable. Lo cierto es que el lenguaje corporal de aquel recorrido por Palacio Nacional que Enrique Peña Nieto le hizo con mucha antelación a su nuevo inquilino, dista mucho de la puesta en escena de López para recibir a su heredera Claudia. Hace seis años,el dilecto cicerone estaba correcto en su papel de guía de un aburrido turista, adelantado morador del bello inmueble; ayer, el señor de la casa se puso a las puertas de la entrada de servicio para recibir a Claudia y darle el más efusivo de los abrazos teatrales. Y que se viera.
Este protocolo que no está escrito en ninguna parte queda bailoteando en el frágil eqilibrio de las sucesiones sexenales, el período de las adivinanzas. Los habitantes del primer círculo de una y otra pandilla están tratando de encontrar su acomodo en el nuevo equipo. Los mirones, que no somos de palo, buscamos en cada inflexión de la voz, en cada guiño o desdén explícito, el rumbo que va a tener nuesro destino colectivo durante los próximos cinco años. El sexto año, ya lo experimenta López, es el del gradual olvido y desesperanza, envuelta en el sueño de permanecer sin estar. Es un ritual, que como los aztecas cada 52 años, sus descendientes desenhebran cada seis. El surgimiento del nuevo sol, porque ahora sí, esto va a ser distinto y mejor. Peor no podría ser.
Con poca sutileza se comienzan a delinear dos posibles bandos de este neopriísmo que se dice de izquierda pero nunca lo fue. Por un lado los burócratas estalinianos de un poder central único y compacto; por el otro, eso que López Mateos -siempre críptico- definió hace tantos años como de izquierda dentro de la Constitución.Haya querido decir lo que haya qquerido.
La Constitución, lo sabemos bien, es lo menos que ha preocupado a los hombres del poder en México. Le han hecho centenares de enmiendas y remiendas, de acuerdo a sus momentáneos antojos y ambiciones. Tal vez sueños.
Probablemente, y el momento se antoja propicio, sea el sexenio que viene una oportunidad de sacudir el añejo texto, tirarlo a la basura y elaborar uno nuevo, más breve y más de acuerdo a nuesro tiempo. Una nueva Constitución, moderna y desprovista de basura verbal.
Pero es demasiado temprano. La presidente Sheinbaum tiene muchos monstruos debajo de la cama, esperando a que ella se acueste encima, para salir a quitarle el sueño.
PARA LA MAÑANERA, porque no me dejan entrar sin tapabocas): Sigue el mentirosillo gobernador de Nuevo León engañándose solo; promete abundantes lluvias con presas a reventar como ya había proclamado que el problema hídrico de Nuevo León estaba resuelto paa los próximos 50 años, sin recordar el avión que mandó comprar para bombardear escasas nubes. Traza líneas del metro como si estuviera jugando rayuela. Insiste terco en proclamarse el campeón de la inversión extranjera y las mismas paparruchadas de siempre. Allá él.
Monday, June 10, 2024
17:26
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