Kabul, la misma piedra

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FÉLIX CORTÉS CAMARILLO

             Hace treinta años vi en Broadway una comedia musical que recreaba la historia de Madame Butterfly, la ópera de Puccini. Se llamó Miss Saigon, y era de los mismos autores de otro musical famoso, Los Miserables. Estaba situada en los finales de la guerra de Vietnam, la Sho-sho San, de geisha se transformó en una prostituta de cabaret en Saigón y el soldado norteamericano que se enamora de ella, le embaraza y abandona luego, sigue siendo un soldado norteamericano.

            En el final del primer acto, me parece, en el pánico de la huida de Saigon un impresionante helicóptero se desplomaba  explotando en escena. Me recordé vivamente del efecto escénico hace un par de días al ver las fotografías de un par de seres humanos cayendo del avión militar norteamericano a cuyas llantas se habían aferrado tratando de huir de Kabul.

            Tropezarse dos veces con la misma piedra parece ser vocación del ente militar norteamericano: Afghanistan es la nueva versión, corregida y aumentada, de la larga y fracasada aventura bélica de los Estados Unidos en Vietnam. Igual que la otra, la intervención torpe del país más poderoso del mundo le costó veinte años y muchos muertos, además de 300 millones de dólares al día. Igual que de Vietnam, el poderoso gobierno de los Estados Unidos tuvo que reconocer su impotencia ante un pueblo obstinado en la resistencia con fervor oriental. De la misma forma que en Vietnam, en Afghanistan los norteamericanos nunca lograron conformar un aliado local alejado de la corrupción y presto al combate.

            Al igual que en la retirada de Vietnam, los enormes aviones de transporte para recoger a las tropas y llevarlas a su país, han sido rodeados apenas aterrizar en Kabul, por lugareños ansiosos de salir de un país que los miembros del grupo militarizado Taliban -que quiere decir estudiantes- han tomado sin disparar un tiro, apoltronándose en la oficina de un presidente que hoy está refugiado con su mujer en los Emiratos Árabes Unidos.

            La intención estadunidense de impedir la unificación de Vietnam bajo un régimen comunista fracasó, y la Saigón fundada en el siglo 17 por franceses hoy oficialmente se llama ciudad Ho Chi Minh, en honor al líder comunista del norte. Afghanistan y sus mujeres volverán a las reglas de la shaira discriminadora y el país, que es rival de México en el cultivo de la amapola, ha iniciado un retroceso de veinte años en su desarrollo social.

            El presidente Biden ha tenido que salir a defender vigorosamente la decisión, que había sio tomada previamente por Donald Trump, de salir de esa guerra tonta. El norteamericano de la calle no necesita ser republicano para sentir su orgullo patrio golpeado.

            Tal vez esta nueva experiencia revivida la esté enviando un mensaje a la tradicional política intervencionista norteamericana: para bien o para mal, cada país debe resolver solo sus problemas.        

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapaboca): con todo respeto, señor presidente ¿cuándo nos enteraremos de los compromisos que para los venezolanos se tomaron en México?

‎felixcortescama@gmail.com

2 comentarios en “Kabul, la misma piedra”

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