FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Uno de los mensajes puestos por Donald Trump ayer en su cuenta de X, reza así: “Vladimir STOP! 5,000 soldiers a week are dying. Lets get the Peace Deal DONE!” En español se lee: ¡DETENTE, Valdimir! Cinco mil soldados mueren a la semana. HAGAMOS el tratado de paz.
Ese es el mensaje el presidente de los Estados Unidos al de Rusia, a quien apoya abiertamente en una guerra que iba a durar tres semanas y ya lleva tres años. De ese tamaño es el ataque brutal a Kiiv, capital de Ucrania, que sigue conduciendo Rusia cuando esto escribo. Los datos preliminares son de ocho edificios habitacionales destruidos, diez cadáveres contados por el momento, 80 heridos, entre ellos niños, y toneladas de escombro ardiendo todavía.
Zelenski tuvo que suspender su visita a África del Sur porque le están quemando su casa.
El hecho no debe ser tomado aisladamente. El ataque a Kiiv puede ser el último clavo al ataúd de la paz ilusoria que el mismo Trump prometió, cuando fue candidato, entregar consumada dos o tres días después de su toma de posesión.
Una paz totalmente ilusoria porque la oferta gringa favorece en primer lugar a Rusia y en segundo a los Estados Unidos. A Ucrania colateralmente, porque también pone sus muertos. Rusia ganaría una guerra absurda, los Estados Unidos recibirían minerales de los llamados raros, que son esenciales para los autos eléctricos, la electrónica y el armamento modernos, y Ucrania perdería la guerra y territorios.
Justamente el martes, Trump denunciaba a Zelenski por impedir la paz: su propuesta, que Zelenski rechaza, obliga a concederle a Rusia el territorio que ella ocupa desde 2014 de Crimea, península de valor militar esencial. “Si tanto les interesa, ¿por qué no lucharon por ella entonces?”, pregunta el pelipintado, recordando que ahí estaba desde mucho antes la base naval rusa de Sevastopol. Claro, desde que Ucrania era parte de la Unión Soviética.
Lo único que queda claro es que la paz de Ucrania se ve cada vez más lejana y la guerra cada vez más sangrienta. Mientras, sepultemos mañana a un buen hombre que se llamó Jorge y quedará en la memoria como Francisco.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Mientras Carlos Cuerpo, ministro de comercio de España negocia con la Casa Blanca los aranceles para su país, la crisis política española crece. Ayer se cumplió un año de que el primer ministro Pedro Sánchez, en una carta abierta, anunció que se tomaba un receso de cinco días para meditar, y luego decidir qué iba a hacer ante las denuncias de corrupción de su esposa Begoña Gómez Fernández: renunciar o quedarse en el cargo.
Luego de la pausa, anunció su decisión de continuar en su puesto hasta el 2017, pero el caso de doña Begoña sigue.
Igualmente, sigue la catarata de escándalos que inculpan a ministros pasados y presentes; uno de 54 millones de euros por la compra irregular de cubrebocas con motivo de la pandemia de COVID, y muchos testimoniales de orgías, francachelas y viajes oficiales con novias o amiguitas -en España les dicen putas- que están documentados. Igual están probadas las contrataciones de algunas de esas amiguitas a funciones de gobierno que se cobraban, pero nunca se desempeñaron. Ellas mismas lo han contado a los jueces.
Si le resulta algo familiar con la realidad mexicana, le aseguro que estoy escribiendo de lo que pasa en España. Muy lejos de aquí.
Thursday, April 24, 2025
13:31
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En el diccionario debe definirse al político como ente trepador, oportunista y corrupto!