FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
No es improbable que la señora Kamala Harris remonte la desventaja que muchos le atribuyen frente a Donald Trump en la justa por la presidencia de los Estados Unidos el cinco de noviembre. Después de todo, y depende de quién la mida, es una cifra mínima.
Por el otro lado, opera en contra de la morena emergente está el convencido y sólido apoyo de los estadunidenses blancos que comparten la ideología xenófoba -especialmente antimexicana- del pelipintado. Y de manera especial de su segundo de abordo, el señor Vance, que se sueña encabezando la invasión de México por parte de los soldados de su país para degollar uno por uno a los jefes de la mafia mexicana. Esa misma que facilitó a su señora madre una drogadicción lamentable, y que en las últimas estadísticas trumpianas (él también tiene otros datos) mata de 300 mil paisanos suyos por consumo de fentanilo, a diferencia de los cien mil normalmente aceptados.
Lo cierto es que para los mexicanos Kamala Harris es la última ficha en la ruleta. Si fracasamos con ella, vendrán tiempos aciagos para los mexicanos. No se trata de que comiencen a bordar una esrella plateada más a la bandera del vecino, pero de que será una relación difícil no hay duda.
No cabe duda de que en todo el mundo una cosa es el discurso de campaña y otra los actos de gobierno. Si llegase a ganar las elecciones, Donald Trump ni quiere ni puede cerrar las fronteras con México, ni terminar el infame muro, ni destrozar el tratado comercial de los tres países que a los tres ha beneficiado. En todo caso, sin que Biden haya sido una perita en dulce para México y la migración, y que Kamala Harris como presidente estaría poniendo el segundo piso a la política de Joe Biden, con ella nos iría mejor que cuando estábamos peor.
Frente al retrógada discurso de Donald Trump en contra de los mexicanos, el derecho al aborto y su fanfarronería de acabar en quince minutos las guerras que hay en el mundo (¿se acuerdan de cuando Fox dijo que acabaría en una pestañita el conflicto en Chiapas?) Kamala se antoja como nuestro último fracaso, canción bellísima del Güero Gil.
Sí, el de Los Panchos.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Pidió a Donald Trump el presidente López en carta por él mismo leída, que su amigo no lo manda a la chingada antes de que termine su mandato. Tiene razón; lo que pasa es que no queremos ese destino el resto de los mexicanos. Ni que sea Trump, Sheinbaum, López Obrador o quién sabe quién más, el que de la orden.
Wednesday, July 24, 2024
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