FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
El presidente López tiene razón esta vez.
Discrepo constante y públicamente de la política exterior de su gobierno. La tibieza de su actitud ante la invasión rusa de Ucrania es detestable. Me parece demagógica, mentirosa, falsa y fracasada la política interior en nuestro país. Estoy convencido de que la llamada cuarta transformación no ha sido más que un retroceso histórico a un sistema de gobierno caduco, vencido y que probó ser eficiente un tiempo pero inoperante al cabo, el de una presidencia imperial, omnipotente, con los otros poderes bajo su mando y dependencia.
Todo ello no legitima la decisión del gobierno de los Estados Unidos de excluir a tres países de la lista de participantes a la Cumbre de las Américas, que ha de celebrarse a partir del 10 de junio en Los Ángeles, California. El subsecretario de los Estados Unidos que convoca ha dicho -repetidamente ya- que los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela- no serán invitados. Ayer por la mañana, el presidente López dejó muy claro en su perorata mañanera que si la exclusión persiste, él personalmente no asistirá y que México será representado por una delegación encabezada por el canciller Ebrard. Así será.
Se le preguntó si su decisión debía ser interpretada como una protesta y dijo que sí, porque “no quiero que siga la política de exclusión”. Ahí es donde tiene razón el presidente López. Aunque él no lo practique, el principio de la democracia no es el de excluir al disidente sino el de discutir con él. Cuba, el prietito de este arroz, estuvo presente con Fidel Castro a la cabeza, en la cumbre extraordinaria de las Américas que se dio precisamente en Monterrey, cuando NO se dijo la afamada frase del “comes y te vas” de Fox a Castro. Cuba estuvo en la cumbre iberoamericana de Santiago de Chile, donde en la mesa circular de los jefes de estado sí le dijo Juan Carlos de España al impertinente Hugo Chávez ahí presente : “¿por qué no te callas”.
Pero para callar a alguien primero hay que dejarlo hablar. En la anterior Cumbre americana en Lima, en 2018, asistió el canciller Cubano Bruno Rodríguez Parrilla. Este año no habrá delegación cubana, ni de Nicaragua, ni de Venezuela. Tampoco estará el presidente López.
Hay gente que considera este paso como el de ponerse con Sansón a las patadas porque les atemoriza una mala relación con los Estados Unidos, como la que vamos a tener si Trump llega de nuevo a la presidencia. Ciertamente, desde que la Revolución Cubana llegó al poder, los sucesivos y variopintos regímenes presidenciales de México han usado la ficha de Cuba a modo de comodín en las relaciones con los Estados Unidos; a veces como aliado de los Castro, a veces como mediadores oportunos, a veces como mirones de palo.
Hay gente -a mi juicio más acertada- que considera esta maniobra inteligente de Andrés Manuel como una adicional cortina de humo para desviar la atención de los problemas fundamentales del país: la inflación sin freno, la inseguridad criminal, o los peligros del trastornado espacio aéreo mexicano, trastornado por la introducción a huevo en ese espacio obligando a un rediseño del aeropuerto Felipe Ángeles, y que puede muy pronto provocar un aterrador accidente que en la versión oficial será atribuido a los reaccionarios conservadores traidores a la Patria que no tenemos otro deseo de que al gobierno de López le vaya mal.
Si el presidente López va o no a Los Ángeles y la reunión americana, no pasa nada. Sansón no nos va a aplastar, ningún avión se desplomará por ello, las cosas seguirán más caras y los mexicanos seremos cada día más pobres.
PILÓN PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): con todo respeto, señor presidente: ¿Valió la pena la foto con el comandante Raúl? Ahora, ¿no tenemos los mexicanos derecho a saber cuánto le va a pagar al gobierno de Cuba por los 500 médicos que nos vienen a salvar y a sanar? ¿Es secreto de la seguridad del estado?
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martes, 10 de mayo de 2022