FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Yo me fui a dormir con la convicción de que el principal perdedor de estas elecciones ha sido el miedo.
Sí, nadie lo puede negar. Han sido las elecciones más importantes en la historia de México. Frente a los peores pronósticos y temores, hasta el momento en que esto escribo la violencia no se hizo pesente en las casillas, como se temió largamente y como lo anticipaban los numerosos crimenes previos al domingo dos de junio, de precandidatos, candidatos, aspirantes a un cargo. Uno incluso a unas horas de armar las primeras urnas.
A reserva de los resultados oficiales, todo parece indicar que el miedo a acudir a las urnas fue avasalladoramente vencido. A la vista, la participación en las urnas va a superar los números de hace seis años. Si no es así, hay chanchullo. La participación de los jóvenes venció la presunta apatía que nos contaron o nos quisieron vender. La organizacion de las elecciones fue un éxito; la instalación de la arrolladora mayoría de las casillas es innegable. El prietito en el arroz ha sido la impevisión del INE al subestimar el número de votantes que acudirían a las casillas especiales. Se trata de las casillas en donde podrían votar los ciudadanos que quisieran pero estuviesen fuera de su lugar de residencia. Cada una de esas casillas recibio dotación para mil quinientos votantes. Miles, tal vez cientos de miles de de ciudadanos se tuvieron que regresar a su casa con los dedos limpios: no alcanzaron boletas.En México y en el extranjero.
Además de todas estas consideraciones sobre las que habrá de regresar luego, especialmente después de la actitud que asuma el tlatoani en su sermón mañanero, hay un fenómeno que se nos olvida cada vez que hay votaciones: el gran negocio que significan.
No se trata solamente de los 24 mil millones de pesos -peso más, peso menos, que le costó al INE todo el armado del numerito. A todo eso hay que sumarle el dinero que de nuestros impuestos se entrega a los partidos políticos para que existan, para que paguen sueldos, impriman propaganda, armen sus campañas. Los fabricantes de las pancartas, gorras, camisetas, matracas, banderolas y otros chunches, hicieron su agosto una vez más.
Hay un gasto negativo: los tiempos de radio y televisión que el Estado entrega, saludando con sombrero ajeno, a los partidos políticos. Millones de spots bobos que privan a los concesionarios de tiempos que podrían vender y tienen qué regalar.
Pero hay otros negocios que no vemos y sí pagamos.
Por ejemplo en mi casa, los periódicos a los que pago suscripción me adicionaron dos veces en estas semanas un grueso cuaderno adicional de muchas páginas con el índice de las casillas en mi estado. Negocio adicional paara el periódico que imprime y distribuye. Muy útil, sin duda. Solamenete que hoy, cuando la mayoría de los mexicanos tiene un teléfono celular, yo me pude enterar de dónde estaba mi casilla accediendo a un sitio en la red, mantenido por el INE. Aquellos pocos que no tienen acceso a la red de WIFI puderon hablar de un teléfono público a la consulta directa, sin costo. Sin tala de árboles para hacer papel y más basura como la que ya se debería retirar de los postes, bardas y azoteas de nuestras ciudades. Otro negocio millonario.
Urge una reforma al sistema electoral mexicano. Más temprano que tarde.
PARA LA MAÑANERA, porque no me dejan entrar sin tapabocas): ¿Está dispuesto el presidente López a honrar los resultados de la votación del domingo?
Sunday, June 2, 2024
16:58
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